El concepto de competencia debe referirse al conjunto de conocimientos
y estrategias que pueden permitir a un docente afrontar con éxito los
problemas, conflictos y dificultades que de forma más habitual se le presentan
durante su ejercicio profesional. También deberían incluirse problemas de
carácter emergente, es decir aquellos que, realizando un cierto análisis
prospectivo, podemos prever que durante el próximo lustro tendrán una presencia
cada vez más evidente en las aulas y una influencia progresivamente mayor en
los procesos de enseñanza y aprendizaje.
La incorporación a la nueva economía y la adaptación o inserción a un
mercado de trabajo que se transforma a gran velocidad no se podrá desarrollar
por parte de un o una profesional si sólo se plantea el objetivo de adquirir un
conjunto de conocimientos y destrezas a través de un sistema de formación
reglada de tipo medio o superior y de su formación continua.
Por mucho que valoremos la importancia de la formación dirigida a la adquisición de conocimientos técnico-científicos y culturales, hay una serie de competencias clave que se asocia más a unas conductas y unas actitudes de las personas. Estas competencias son transversales porqué afectan a muchos sectores de actividad, a muchos lugares de trabajo y, lo que es más relevante, están muy en sincronía con las nuevas necesidades y las nuevas situaciones laborales.
Estas actitudes que conforman las competencias clave de los profesionales del presente y el futuro no son un mero complemento útil a las competencias técnicas para las cuales uno ha sido contratado o valorado en su puesto de trabajo. Estas competencias deben incorporarse en el currículum de la formación profesional como elementos identificadores de una actitud profesional adecuada a los tiempos modernos.
La primera de las capacidades clave es la capacidad de resolución de problemas, es decir, la disposición y habilidad para enfrentarse y dar respuesta a una situación determinada mediante la organización y/o aplicación de una estrategia o secuencia operativa -identificación del problema, diagnóstico, formulación de soluciones y evaluación- definida o no para encontrar la solución.
La segunda es la capacidad de organización del trabajo o, dicho de otro modo, la disposición y habilidad para crear las condiciones adecuadas de utilización de los recursos humanos o materiales existentes pera desarrollar las tareas con el máximo de eficacia y eficiencia.
La capacidad de responsabilidad en el trabajo es la disposición para implicarse en el trabajo, considerándola la expresión de la competencia profesional y personal y cuidando de que el funcionamiento de los recursos humanos y materiales sea el adecuado.
La capacidad de trabajar en equipo es la disposición y habilidad para colaborar de manera coordinada en la tarea realizada conjuntamente por un equipo de personas para conquistar un objetivo propuesto.
La quinta capacidad es la de autonomía es decir, la capacidad de realizar una tarea de forma independiente, ejecutándola de principio hasta el final, sin necesidad de recibir ninguna ayuda o apoyo. Esta capacidad de trabajar de forma autónoma no quiere decir, no obstante, que en ciertas etapas o tareas concretas el profesional no pueda ser asesorado.
La sexta es la capacidad de relación interpersonal. Por este término entendemos la disposición y habilidad para comunicarse con los otros con el trato adecuado, con atención y simpatía.
La última de las capacidades clave que hemos seleccionado es la capacidad de iniciativa o habilidad y disposición para tomar decisiones sobre propuestas o acciones. Si estas propuestas van en la línea de mejorar el proceso productivo, el servicio a los clientes o el producto, podríamos estar ya hablando de la capacidad de innovación.
Por lo tanto, es imprescindible que el sistema educativo, desde la educación infantil hasta la educación universitaria incorpore en sus métodos y en su tiempo formativo el interés por fomentar estas habilidades y disposiciones.
Por mucho que valoremos la importancia de la formación dirigida a la adquisición de conocimientos técnico-científicos y culturales, hay una serie de competencias clave que se asocia más a unas conductas y unas actitudes de las personas. Estas competencias son transversales porqué afectan a muchos sectores de actividad, a muchos lugares de trabajo y, lo que es más relevante, están muy en sincronía con las nuevas necesidades y las nuevas situaciones laborales.
Estas actitudes que conforman las competencias clave de los profesionales del presente y el futuro no son un mero complemento útil a las competencias técnicas para las cuales uno ha sido contratado o valorado en su puesto de trabajo. Estas competencias deben incorporarse en el currículum de la formación profesional como elementos identificadores de una actitud profesional adecuada a los tiempos modernos.
La primera de las capacidades clave es la capacidad de resolución de problemas, es decir, la disposición y habilidad para enfrentarse y dar respuesta a una situación determinada mediante la organización y/o aplicación de una estrategia o secuencia operativa -identificación del problema, diagnóstico, formulación de soluciones y evaluación- definida o no para encontrar la solución.
La segunda es la capacidad de organización del trabajo o, dicho de otro modo, la disposición y habilidad para crear las condiciones adecuadas de utilización de los recursos humanos o materiales existentes pera desarrollar las tareas con el máximo de eficacia y eficiencia.
La capacidad de responsabilidad en el trabajo es la disposición para implicarse en el trabajo, considerándola la expresión de la competencia profesional y personal y cuidando de que el funcionamiento de los recursos humanos y materiales sea el adecuado.
La capacidad de trabajar en equipo es la disposición y habilidad para colaborar de manera coordinada en la tarea realizada conjuntamente por un equipo de personas para conquistar un objetivo propuesto.
La quinta capacidad es la de autonomía es decir, la capacidad de realizar una tarea de forma independiente, ejecutándola de principio hasta el final, sin necesidad de recibir ninguna ayuda o apoyo. Esta capacidad de trabajar de forma autónoma no quiere decir, no obstante, que en ciertas etapas o tareas concretas el profesional no pueda ser asesorado.
La sexta es la capacidad de relación interpersonal. Por este término entendemos la disposición y habilidad para comunicarse con los otros con el trato adecuado, con atención y simpatía.
La última de las capacidades clave que hemos seleccionado es la capacidad de iniciativa o habilidad y disposición para tomar decisiones sobre propuestas o acciones. Si estas propuestas van en la línea de mejorar el proceso productivo, el servicio a los clientes o el producto, podríamos estar ya hablando de la capacidad de innovación.
Por lo tanto, es imprescindible que el sistema educativo, desde la educación infantil hasta la educación universitaria incorpore en sus métodos y en su tiempo formativo el interés por fomentar estas habilidades y disposiciones.
Competencias para el aprendizaje permanente
|
Competencias para el manejo de la información
|
Competencias para el manejo de situaciones
|
Competencias para la convivencia
|
Competencias para la vida en sociedad
|
Habilidad
lectora
Integrarse
a la cultura escrita
Comunicarse
en más de una lengua
Habilidades
digitales
Aprender a
aprender
|
Identificar
lo que se necesita saber
Aprender a
buscar
Identificar,
evaluar, seleccionar, organizar y sistematizar información
Apropiarse
de la información de manera crítica
Utilizar y
compartir información con sentido ético
|
Enfrentar el
riesgo y la incertidumbre
Plantear y
llevar a buen término procedimientos
Administrar
el tiempo
Propiciar
cambios y afrontar los que se presenten
Tomar
decisiones y asumir sus consecuencias
Manejar el
fracaso, la frustración y la desilusión
Actuar con
autonomía en el diseño y desarrollo de proyectos de vida
|
Empatía
para relacionarse armónicamente con otros y la naturaleza
Ser
asertivo
Trabajar de manera colaborativa
Tomar acuerdos y negociar con
otros
Crecer con los demás
Reconocer
y valorar la diversidad social, cultural y lingüística
|
Decidir y actuar con juicio
crítico frente a los valores y las normas sociales y culturales
Proceder a favor de la
democracia, la libertad, la paz, el respeto a la legalidad y a los derechos
humanos
Participar teniendo en cuenta
las implicaciones sociales del uso de la tecnología
Combatir la discriminación y el
racismo; desarrollar una conciencia de pertenencia a la cultura, al país y al
mundo
|
No hay comentarios.:
Publicar un comentario